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Analizan migración México-EE.UU. en Sección Cine Transfronterizo

El filme “Fiebre latina” abrió la mesa de diálogo entre especialistas y el público del FICPV
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La frontera México-Estados Unidos es “una herida abierta, donde el tercer mundo se raspa contra el primero y sangra; y antes de que se forme una costra, sangra otra vez”. Así, con una cita de la investigadora estadunidense Gloria Anzaldúa, la académica del Centro Universitario de la Costa (CUCosta), maestra Mónica Eurídice de la Cruz Hinojos, definió la compleja relación entre ambas naciones.

De la Cruz Hinojos participó en la mesa de diálogo realizada de manera posterior a la proyección del filme Fiebre latina (Zoot Suit; México, 1981) del director Luis Valdez, como parte del inicio de la Sección Cine Transfronterizo del Festival Internacional de Cine en Puerto Vallarta (FICPV). Acompañaron a la profesora, en la mesa de diálogo, el musicólogo Francisco “Paco” Ojeda y el coordinador de Investigación y Posgrados del CUCosta, maestro Ismael Ortiz Barba.

Se cree, de manera errónea, que la migración mexicana hacia el vecino país del norte es un fenómeno reciente; no es así, explicó De la Cruz Hinojos, quien actualmente cursa el doctorado en Artes y Diseño en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. “En realidad, estamos hablando de casos en Los Ángeles, Texas y todas estas zonas fronterizas, de una franca invasión colonialista de Estados Unidos en 1850; por lo tanto, lo mexicano está antes: nosotros no cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó a nosotros”.

En Fiebre latina, el director Luis Valdez hace una aproximación, en tono de farsa, al mito del “pachuco” y, por extensión, a la construcción lírica de la “nación chicana”, entendida, de acuerdo a Hinojos de la Cruz, como un “tercer país” muy cercano social y culturalmente a los pobladores de Quebec, a la lucha separatista del pueblo catalán o de los irlandeses.

El maestro Ortiz Barba, por su parte, abordó la importancia de trascender la noción de un pequeño grupo social determinado, llámese mexicano, estadunidense o chicano, en favor de una “nueva cultura híbrida” o transfronteriza; es decir, grupos de personas que, a pesar de habitar en la región de la frontera México-Estados Unidos, rechazan los rasgos de la cultura mexicana, pero al mismo tiempo, no terminan de asimilar e integrarse por completo a la cultura norteamericana.

Coincidió Ortiz Barba en señalar que la mezcla cultural, mexicana y extranjera, data desde la conquista de España y continúa con las recurrentes invasiones al País, particularmente la de Estados Unidos en 1848, lo que dio como resultado un fenómeno “muy importante y muy interesante” que, si bien no es nuevo en la historia mundial, sí resulta novedoso en la región fronteriza del norte.

Paco Ojeda delineó las semejanzas con el momento actual del choque cultural entre los “pachucos” y la población anglosajona de Los Ángeles en el periodo histórico que narra el filme. “La película es una metáfora de lo que pasa en ese momento en la historia de los Estados Unidos, en donde había personas que no se entendían y era mucho más fácil temerles que tratar de averiguar por qué eran importantes”. ■

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